Los astrónomos están cautivados por el reciente descubrimiento de una galaxia distante rodeada por dos inmensos anillos de radioluz que se cruzan, un fenómeno que desafía nuestra comprensión del universo. Cada anillo abarca unos asombrosos 300.000 años luz de diámetro y está incrustado dentro de una nube de radio más grande que se extiende por casi 3 millones de años luz de diámetro.
El misterio de los extraños círculos de radio
Estas estructuras, conocidas como Odd Radio Circles (ORC), son relativamente nuevas para la ciencia, y solo se han identificado unas pocas desde su descubrimiento inicial hace apenas seis años. Sus orígenes siguen siendo un profundo misterio, aunque los científicos teorizan que podrían ser restos de eventos poderosos como la colisión de agujeros negros o galaxias. En particular, la mayoría de los ORC son considerablemente más grandes que la Vía Láctea, lo que hace que este hallazgo reciente sea particularmente significativo.
Un anillo doble que bate récords
El ORC recién descubierto, denominado RAD J131346.9+500320, destaca como el más distante y luminoso jamás observado. Debido a que la luz tarda tanto en recorrer grandes distancias, los astrónomos la están observando tal como existía cuando el universo tenía aproximadamente la mitad de su edad actual de 13.800 millones de años. Lo que realmente distingue a este ORC es su estructura única de doble anillo, un fenómeno que anteriormente solo se había observado una vez.
“Los ORC se encuentran entre las estructuras cósmicas más extrañas y hermosas que jamás hayamos visto”, comentó Ananda Hota, fundadora del programa RAD@home Astronomy Collaboratory, enfatizando su potencial para desbloquear conocimientos sobre la relación simbiótica entre galaxias y agujeros negros.
Ciencia ciudadana y radioastronomía: una asociación poderosa
Este notable descubrimiento subraya el poder de la colaboración, que se origina a partir de los esfuerzos de los científicos ciudadanos que participan en el Colaboratorio de Astronomía RAD@home con sede en Mumbai, India. El equipo utilizó datos de LOFAR, una red de antenas de radio distribuidas en los Países Bajos y otros países europeos, que son cruciales para detectar las débiles ondas de radio que definen los ORC, señales invisibles para los telescopios ópticos.
El éxito del proyecto demuestra que los voluntarios pueden desempeñar un papel fundamental en la exploración del espacio profundo, siendo capaces de identificar patrones inusuales que los sistemas informáticos automatizados podrían pasar por alto. Los hallazgos se publicaron posteriormente en la prestigiosa Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Orígenes potenciales e investigaciones futuras
La teoría principal sugiere que estos anillos podrían ser esculpidos por poderosos vientos que emanan de ciertas galaxias, lanzando material al espacio y moldeándolo en estas vastas estructuras. Una animación producida por el programa RAD@home muestra cómo este ORC de doble anillo podría expandirse tras un evento explosivo dentro de la galaxia central.
Más allá del doble anillo, el programa también descubrió dos ejemplos adicionales. Uno de ellos mostraba una galaxia de casi 3 millones de años luz de diámetro, con un chorro de material curvándose bruscamente y formando un anillo de radioluz de aproximadamente 100.000 años luz de ancho. Otro presentaba una galaxia que abarcaba 1,4 millones de años luz y mostraba un anillo similar en la punta de un chorro, complementado por un chorro estrecho separado en el lado opuesto de la galaxia anfitriona.
Estos hallazgos ilustran la notable capacidad de las galaxias para moldear profundamente sus entornos circundantes. Como afirmó Pratik Dabhade, coautor del Centro Nacional de Investigación Nuclear de Polonia, “los ORC y los anillos de radio no son curiosidades aisladas; son parte de una familia más amplia de estructuras de plasma exóticas formadas por chorros de agujeros negros, vientos y sus entornos”. Este descubrimiento impulsa una investigación continua sobre la dinámica de las galaxias y la compleja interacción entre los agujeros negros y el plasma cósmico que llena el universo.
En última instancia, estas intrincadas estructuras ofrecen una visión de las complejidades ocultas del universo y resaltan el potencial de la ciencia ciudadana para avanzar en nuestro conocimiento del cosmos.
