Liberando la salud mental del futuro: por qué los neurocientíficos se centran en las mentes jóvenes

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La neurocientífica Dra. M. Catalina “Cat” Camacho cree que la clave para comprender y prevenir la ansiedad y la depresión radica en observar el cerebro de los niños pequeños. Mientras juegan, miran películas o incluso los observan en sus casas, Camacho rastrea meticulosamente cómo sus cerebros se desarrollan y procesan las emociones. Su investigación, impulsada tanto por la experiencia personal como por la curiosidad científica, tiene como objetivo iluminar los primeros años críticos en los que se sientan las bases de la salud mental.

La fascinación de Camacho por el desarrollo del cerebro comenzó durante su época de estudio de bebés utilizando tecnología de resonancia magnética. Ser testigo del espectacular crecimiento del cerebro de los niños en esos primeros años fue un momento crucial. “Realmente me dijo que realmente necesitamos entender cómo funciona esto”, dice. “¿Cómo se une todo este cableado y cómo lo cambian nuestras experiencias?”

Esta comprensión encendió su pasión por desentrañar las complejidades del neurodesarrollo, particularmente en relación con la salud mental. En particular, la ansiedad y la depresión son problemas increíblemente comunes que afectan tanto a adultos como a niños con cada vez más frecuencia. La prevalencia de estas condiciones resonó profundamente en Camacho, quien ahora reconoce que su propia madre luchó contra la depresión durante su infancia.

“El panorama realmente general… realmente comienza temprano en esos primeros ocho años”, explica Camacho. “Y resulta que también es la edad de la que menos sabemos”.

El desarrollo temprano del cerebro contiene pistas sobre la salud mental

Centrarse en los niños en edad preescolar ofrece una ventana única a este período crucial del desarrollo. Aquí es cuando los niños desarrollan habilidades sociales cruciales, aprendiendo a identificar y expresar sus propias emociones mientras comprenden las de los demás. Estas competencias emocionales tempranas son fuertes predictores del bienestar mental futuro.

“Muchos de esos elementos básicos realmente tempranos… son predictores realmente sólidos para la salud mental posterior”, enfatiza Camacho. Ella cree que es probable que existan patrones neurológicos subyacentes asociados con estas señales de comportamiento, que su investigación busca descubrir. La identificación de estos marcadores neurológicos podría conducir a intervenciones más precisas y adaptadas a niños con riesgo de desarrollar ansiedad o depresión.

Derribando barreras en la investigación del cerebro

Si bien la tecnología de resonancia magnética ofrece información valiosa sobre la función cerebral, presenta limitaciones importantes cuando se estudia a niños pequeños. El costo y la infraestructura especializada necesarios para las resonancias magnéticas crean disparidades geográficas, lo que excluye a los participantes de la investigación de comunidades menos prósperas.

Además, la experiencia en sí puede resultar desalentadora para un niño de tres años, especialmente para aquellos con ansiedad. “La personalidad puede sesgar entonces… quién termina siendo estudiado”, reconoce Camacho, destacando que los niños más vulnerables también pueden tener menos probabilidades de participar en estudios de resonancia magnética tradicionales.

Esto subraya la necesidad urgente de técnicas de neuroimagen más accesibles y adaptadas a los niños.

Una nueva era de imágenes cerebrales: tomografía óptica difusa

El laboratorio de Camacho es pionero en una solución prometedora: la tomografía óptica difusa (DOT). Esta técnica no invasiva utiliza luz para medir los cambios en el flujo sanguíneo en la superficie del cerebro y solo requiere una simple gorra que el niño usa mientras mira una película. Este enfoque elimina el espacio reducido y los ruidos fuertes de una máquina de resonancia magnética, lo que la hace menos intimidante para los niños ansiosos y más inclusiva para poblaciones diversas.

“Es mucho más accesible… especialmente para los niños más ansiosos”, explica con entusiasmo. El DOT está preparado para revolucionar la investigación en neuroimagen al permitir estudios más inclusivos y matizados sobre el desarrollo del cerebro en niños pequeños, un paso crucial para comprender y abordar los futuros desafíos de salud mental.

Camacho se mantiene optimista sobre el futuro. “Creo que a pesar de todas las cosas a las que nos enfrentamos, hay mucho que esperar en los próximos 10 años”, afirma. Ella cree que los avances en tecnología como el DOT allanarán el camino para descubrimientos innovadores que, en última instancia, conducirán a intervenciones más efectivas y mejores resultados de salud mental para las generaciones venideras.